Corteza-mundo

tres

Al fin pude salir. Pensé esperar a que escampe totalmente, pero parece que esta noche la llovizna seguirá así, leve, pero presente. Al menos ya no está diluviando como hace una hora. Mi tío me invitó una pachamanca en el Callejón, en un lugar llamado Tingua. Tomamos una combi abajo, en el bulevar, para llegar allá. El carro iba todo callejón. A mi costado se sentó una gringa que de pronto me hizo el habla en su rústico castellano “Buenas días” etc, etc, así que le pregunté si sabía inglés y me dijo que sí, así que usé mi viejo inglés maleado xD. Me dijo que era inglesa (maldita sea, tienen un acento endiabladamente precioso), de un lugar que quedaba muy cerca de London, en los suburbios y estaba vacacionando por acá, desde Argentina, Buenos Aires, pasando por Chile, donde en los buses juegan bingo!! XD y ahora pasaba por Cuzco, un toque por Lima, Huaraz, y luego se iba al norte, probablemente a las playas y de ahí se pasaba a Ecuador. Estuvimos matándonos de risa de todo en aquel asiento trasero de la combi más pequeña y superpoblada de todo el Callejón, y ella con su acento inglés. Y yo con mi acento americano-latino. Pero fue un mate de la risa, al menos tenía sentido del humor, no como otras turistas-monses con que me he aburrido.

 

En fin, almorcé en un recreo llamado Rancho Chico, la pachamanca más grande del mundo (y la mejor de todo el Callejón según mi tío), y luego tomamos el carro de vuelta, el carro más piña del mundo, porque debo haber contado al menos un millón y medio de globos de agua y baldazos que le caían a las ventanas (domingo!! Se me ocurrió salir en un domingo de febrero!)

 

Llegué a casa cansadazo, demasiada comida más una hora de camino, me eché de cara en mi cama y no desperté hasta las seis. Vaya, estaba lloviendo en ese momento, que hermoso el sonido de la lluvia cayendo sobre los árboles, sobre los árboles. Me leí un par de capítulos y luego bajé a cenar, esperé a que escampara un poco y salí. Encontré la vieja cabina abierta, estaré un rato acá antes de irme a la plazuela. Está tan fresco el aire aquí en Huaraz, como si la naturaleza se hubiera inventado de nuevo, luego de la lluvia.

 

Mi último día de 22. Necesito hacer un balance de mi vida nuevamente, nuevamente, cuando vuelva probablemente. Tengo mi pasaje listo. Pero… me da pena volver.

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