A veces me parece que octubre es el mes que anuncia el declive del año, quizá aquel punto de la colina en el que se empieza a bajar hasta desemboca en navidades y año nuevo, ese instante en el que la caída es inevitable. Y la primavera, también. Y lo poco que falta para (s)halloween.
Prendo un lucky light como siempre de regreso a casa y veo las nuevas bancas en la avenida arequipa y las putas de la esquina que horribles, qué horrible también fumar estando resfriado pero qué voy a hacer, es el cambio de estacio´n que me mata y el vivir en Lima que me mata como si fuera una bomba de tiempo viviendo en mis pulmones que no sé ya cuándo van a estallar.
Apago mi cigarro en la cabeza de un tacho arturito de la cuadra 44, cada vez me duran menos los cigarillos, ayer lo apagué en la 42 y esta maraña de ideas me invade nuevamente en un abrazo cálido y estúpido, me doy cuenta de muchas cosas a la luz de un segundo lucky encendido, las calles a las diez se ven tan peligrosas incluso para un transeúnte misio y despreocupado en busca de ideas.
Y llego a Aramburú
Y miro a las cuatro esquinas, aparecen todos ellos uno tras otro, recuerdos imborrados e imborrables regresan y toman forma a mi costado, viejos amigos de colegio me invitan a salir a buscar un trago, viejas amigas se despiden de mí con un beso, me veo a mí mismo en traje y ebrio caminando en círculos, te veo a ti también y me despido de ti con un abrazo y me río y lloro, estoy hablando con el celu pegado a la oreja y llorando porque se fue y no vuelve en seis meses, estoy en el nissan de mi viejo recibiendo un mensaje de texto para que te encuentre en el cine para ver una película que está en cartelera y se llama el aro, te irás al día siguiente, veo tantas imágenes aparecer y desvanecerse junto con el día y los efectos de la última pitada que me trajo muchos recuerdos y que apago finalmente en el arturito junto a mí.
Las sombras me siguen y yo camino lentamente a casa.